Friday, September 10, 2010

Más de Uno-Sor Luz Enith Galarza Melo

Más de uno…

Han pasado dos meses de trabajo intensivo formando profesores de básica primaria, de acuerdo con el propósito y el programa de este hermoso proyecto llamado Solidaridad con el Sur de Sudan.

Hemos sumado más de ciento cincuenta horas en las aulas, bajo el intenso calor de la época más calurosa del año y lo mejor de todo. La posibilidad de conocer gente buena que esta interesada en prepararse para contribuir a la reconstrucción de este país luego de más de 20 años de cruentos conflictos. Ellos sienten y asumen esta responsabilidad como propia dado que perdieron mucho con la guerra, más aun, incluso sus vidas quedaron por reconstruirse, desde que en 2005 fue firmado un acuerdo de paz.

En nuestro balance, vamos acumulando historias, vivencias, aprendizajes y experiencias que las palabras no alcanzan a describir totalmente, dada su profunda y compleja relación con la esencia y el sentido de la vida misma.

Por estos días, aprovechando el descanso a la espera de iniciar una nueva etapa del proyecto. Me encuentro absorta en la lectura de un muy interesante libro cuyo titulo se traduce como: Jesús hoy. La espiritualidad de la libertad radical. Escrito en el 2006, por Albert Nolan, un sacerdote de la orden de los dominicos, procedente de Sur África.

Leerlo ha sido algo apasionante. Me refiero a que este libro es de aquellos que ofrece un amplia gama de ideas que inmediatamente logramos entrelazar con otras. Así como surgen los encuentros entre amigos que tienen una cita para departir una grata tertulia.

Una de estas ideas “amigo” es su planteamiento que el origen de los problemas del hombre actual se debe al individualismo, producto de la Revolución Industrial, desde cuando éste se centró en sus derechos, dejando en un segundo plano el bien común, de tal modo que la sociedad occidental industrializada comenzó a promover la autonomía individual en la cual no se requiere del otro sino para el sexo.

Autosuficiencia, que por supuesto necesita autofinanciarse, persiguiendo como objetivo adquirir un espacio propio. La independencia total, que redundará en la conquista de la libertad.

El autor propone un interesante análisis de este contexto desde diferentes perspectivas y compara esta propuesta con otras que se contraponen a ella. Como por ejemplo, la base cultural de muchas sociedades, como la africana para las cuales el ser humano sólo entiende desde su vinculación a la comunidad. Parafraseando una popular expresión local: “Una persona se convierte en persona a través de los otros”.

Aquí cobra un lugar importante el legado de los ancestros. Los cuales también parecen estar demás en la propuesta del ser individual. No se necesita una identidad definida cuando todos podemos diluirnos en aquella que esté a la orden del día, del momento y reemplazarla al poco tiempo por la nueva que vendrá.

No necesitamos minuciosos estudios para analizar los resultados, de la separación del ser humano de los demás y de sus raíces. Basta con mirar dos de los más grandes problemas que enfrenta el hombre de hoy: La soledad y el suicidio a causa de la ruptura de los vínculos afectivos, del desarraigo. El no pertenecer, el carecer de un “que” nos pertenezca.

Existe una fundación en mi país llamada Liga Colombiana contra el suicidio, que cuenta con profesionales que estudian para comprender y prevenir esta problemática que tristemente, aumenta en cifras vertiginosamente. Uno de sus estudios indica que quienes cuentan con redes afectivas grandes, cuyos vínculos son fuertes, están más lejos de sufrir depresión y de llegar a suicidarse. Claro esta, cuando el origen de esta dado por causas clínicas.

De la anterior tesis se deriva una consecuencia que corroboran los resultados de sus hallazgos. La felicidad esta directamente relacionada con la cantidad y la calidad de los vínculos afectivos que se posee. Una teoría bien interesante.

En la práctica, a lo largo de estos años, hemos sido testigo de diferentes fenómenos que no se pueden aislar de este contexto; dado que no nos ilustran propiamente el cómo el ser humano construye o fortalece sus redes afectivas. Me remitiré sólo a algunos hechos.

El centrarse en los “nuevos intereses” de las parejas en Europa redujo a un nivel preocupante y problemático el índice de natalidad. Una decisión de dos que convirtió en un fenómeno social con amplia e inusitada repercusión.

Sin mencionar los serios problemas ambientales, de los cuales también, ya sufrimos su impacto.

Los intereses individualistas en el nombre del desarrollo de unos pocos hace mucho tiempo que decidieron que el bien colectivo está por demás. Lo peor es que esos pocos son poderosos y no les conviene comprometerse con los acuerdos para preservar el planeta. A pesar de las cumbres internacionales. Copenhague, como triste ejemplo.

Sin embargo, en el lado completamente opuesto a esta realidad individualista, que no pretendo abarcar en todas sus consecuencias. Se presenta ante nosotros la experiencia comunitaria, de la cual somos testigos en nuestro día a día en Sudán y ésta es la segunda idea “amigo” que tiene una voz preponderante en esta reflexión.

A este lugar la corriente del individualismo está llegando pero no se ha instalado y reconforta la existencia, la posibilidad de mirar la otra cara del prisma.

En la vida sencilla de los sudaneses es posible palpar el sentido que le confieren a la comunidad en detalles simples y cotidianos, que como todo tienen un gran efecto. Contar con el otro es importante.

Por ejemplo si se va a tener una celebración o cualquier tipo de actividad se debe enterar a los vecinos. No necesariamente invitarlos, pero si tenerlos en cuenta. Comunicarles es una manera de hacerlos participes y en caso que durante el evento surja cualquier tipo de inconveniente, esto garantizará su ayuda. No en el caso contrario. Sino se les avisa no se tiene el derecho de reclamar su colaboración si esta es requerida.

Un ejemplo de otro aspecto relacionado con las celebraciones.

La pasada vigilia pascual duró cinco horas. Resaltando, que durante todo el tiempo la comunidad manifestó el gozo de celebrar unida a través de sus cantos, oraciones y danzas. Nadie se quejó ni se mostró incomodo. Los únicos que estamos pensando en el tiempo éramos nosotros, los foráneos. Quizá porque nos centramos en nuestro propio cansancio y cualquiera podría alegar diciendo que “no hay derecho”… derecho al bienestar individual por supuesto.

Todas las celebraciones a las cuales he tenido la oportunidad de asistir durante estos casi dos años se han caracterizado por estos dos aspectos, la cantidad de gente participando rebozante de entusiasmo durante largos periodos de tiempo.

El padre Notan refiere algo al respecto en su libro cuando hace alusión a las iglesias vacías en Europa y otros continentes, pero repletas en África.

Aquí converge toda mi reflexión. La comunidad resignifica, los acontecimientos, los paradigmas, la vida misma.

Bill Firman, un hermano de la Salle que comparte con nosotros esta misión; quien se caracteriza entre otras cosas, por su basta experiencia en el ámbito educativo. Coordina el proyecto en esta área, y el don de contemplar el día a día, extrayendo enseñanzas de vida, que luego escribe en un estilo muy propio. Trajo esta idea a mi tertulia, que sin dudarlo tiene mucho que aportar. Se trata del papel que juega la comunidad en la educación de los niños. Un echo muy palpable en todos los lugares de Sudan, que hasta el momento he tenido la oportunidad de conocer.

Los niños respetan y acatan a los mayores, porque estos a su vez, se responsabilizan de ellos en cualquier contexto. Especialmente las mujeres, desde niñas las más grandecitas atienden a los pequeños y luego cuando se convierten en madres, es como si ejercieran una maternidad colectiva. El rol que les concede la maternidad, ampliamente valorada en esta cultura, les otorga la potestad de ser acatadas por los niños; bueno y también por los adultos. Todos aquí obedecemos a las “mamas”, nombre con el cual se reconoce a quienes también se identifican por vestir una colorida manta que anudan en el hombro derecho, localmente llamada “Lao” .

Nos llama mucho la atención, la naturalidad con la cual este echo es asumido. En mi cultura. Cualquier madre protestaría si otras le prohíben a sus niños hablar en el templo o entrar y salir de el durante la Eucaristía, o instarles a ceder su asiento a los mayores, madres con bebes o minusvalidos; por citar solo dos ejemplos.

Quienes conocemos la vida de un colegio, sabemos que este es uno de los principales problemas.

Padres de familia que no consienten que se les diga nada a sus hijos, aún reconociendo el fondo que su comportamiento o su falta de responsabilidad les está afectando.

El educar, como otras tantas cosas dejó de ser una responsabilidad del colectivo. Se delega para que otros lo asuman: Uno de los padres, unidos o separados. Los maestros, pero casi que con un manual de instrucciones; en el caso que los padres se aparezcan por el colegio; los abuelos, en fin. No se aúnan esfuerzos. Siquiera en un consenso dentro de las propias instituciones. Lo que origina muchos problemas entre los que ejercen su misión de formadores y quienes no.

Considero que la comunidad es la clave olvidada o rezagada que permitiría afrontar muchos de los problemas que agobian a nuestra sociedad. Que puede sacar al hombre de la falsa idea que es posible alcanzar la felicidad y la libertad a base de egoísmo.

Estoy convencida que cualquier labor que realice tiene sentido si contribuye a la construcción de comunidades. Descubro que su esencia me sabe a Evangelio. Le apuesto a la construcción de modelos pedagógicos, basados en el componente comunitario, que propendan el bien común; que eduquen para el convivir en comunidad.

Finalmente, confió que sino llegamos a esta concienciación movidos por la lectura de los resultados del pasado. Nos mueva el instinto. Ya que de acuerdo a los estudios de los neurólogos. Le debemos el área mas desarrollada de nuestro cerebro, del hipotálamo, particularmente la “amígdala,” a las múltiples y complejas conexiones que surgieron en nuestra época primitiva, tras la imperiosa necesidad de asociarnos para cazar, para defender a las crías, para mostrarnos menos indefensos ante los depredadores, para sobrevivir.

Luz Enith Galarza Melo

Religiosa Filipense

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